Prueba Bentley Continental GT V8: en cabeza del tren

Valoración

Desde mi punto de vista, hay dos formas de hacer un coche como el Bentley Continental GT V8: hacer más de lo mismo, confiando en que los de siempre vuelvan a pisar el concesionario para renovar innecesariamente su coche; o bien crear uno tan especial que deseas que el momento de su relevo no llegue nunca.

Bentley Continental GT V8

Las marcas, todas, se encuentran a diario con este dilema de solución imposible. En primer lugar, porque no depende totalmente de ellas. Por muy claro que tengas tu objetivo al desarrollar un automóvil nuevo, que sea especial o tal vez no tanto, al final es el público y el tiempo los que acabarán decidiendo si es caduco o perenne.

Y segundo, porque no importa en qué grupo acabe, ya que tarde o temprano tendrás que ponerte a desarrollar un sucesor que tendrá que ser, necesariamente, mejor en todo, por insuperable que te pareciera el anterior. Así es como me imagino que debe de ser cualquier día en las oficinas de Bentley.

Silueta Bentley Continental GT V8

Gracias a Bentley Barcelona, concesionario oficial de la marca en la Ciudad Condal, he tenido la ocasión de probar en los últimos años varias versiones del Bentley Continental GT. Desde el modesto (ejem) V8 S descapotable con el que me estrené con la marca, a los GT Speed con su celebérrimo y poderosísimo motor W12 Twin-Turbo, en carrocería Coupé y Convertible.

Podrías pensar que visto uno, vistos todos, pero nada más lejos de la realidad. Porque aunque compartían la excelencia en el cuidado de sus interiores y un altísimo nivel de prestaciones, cada uno ofrecía un matiz del que carecían los otros. Y no me refiero al color de sus carrocerías.

Trasera Bentley Continental GT V8

Ahora bien, si algo tuvieron todos en común para mí, es que al devolverlos, después de una atareada y kilométrica jornada de pruebas, siempre tenía la sensación de que mejor, no se podía hacer. Que semejante combinación de lujo, refinamiento y poderío bajo el pedal del acelerador no se podía superar.

Pero parece ser que sí. Al menos, eso aseguraba la gente de Crewe cuando dio a conocer la tercera generación del Bentley Continental GT. De modo que, cuando me llegó una nueva invitación para probar la última evolución de su Gran Turismo, os podéis imaginar las ganas que tenía de comprobar la promesa de que me encontraría con un coche más lujoso y, sobre todo, más dinámico. ¿Más dinámico? Sí, más dinámico.

Imagino que a la gente de Bentley le hará una gracia relativa que se mencione a otras marcas en un artículo de uno de sus productos, pero en este caso no queda otra. Y es que, como marca englobada en el Grupo Volkswagen, los técnicos de la firma británica tienen la oportunidad de tirar del que probablemente sea el más extenso abanico de componentes para desarrollar un automóvil. De manera que piezas pensadas en principio para un coche de una marca pueden también utilizarse después en otro coche de otra. Cosas de la economía de escala, que también se ha tenido que aplicar en los segmentos de lujo.

Electricidad y el Bentley Continental GT V8

Así, en lugar de usar una plataforma Audi como en el anterior, este Bentley Continental GT V8 parte del chasis del Porsche Panamera. Esto significa, básicamente, que la premisa de hacer un coche con un comportamiento más dinámico de lo que había sido hasta ahora, y que venía siendo uno de los puntos tal vez más cuestionables de este coche, era algo más que una declaración de intenciones.

Alerón Bentley Continental GT

Con este punto de partida, es fácil adivinar que no se iban a quedar ahí y aprovecharon el resto de elementos encargados de poner orden en la entrega de la potencia al suelo. Me refiero no solo al esquema de suspensiones, incluyendo las barras estabilizadoras activas, sino también al sistema de tracción total inteligente e incluso, a la caja de cambios automática de 8 relaciones, que ahora es de doble embrague, en vez de la tradicional de convertidor de par. Luego, los ingenieros de Bentley le dieron su toque personal, pero hay que reconocer que arrancar de donde lo hacían tenía que hacer el objetivo no diré que más fácil, pero sí más accesible.

Vista posterior Bentley Continental GT V8

¿El resultado? Una palabra y cinco sílabas: IM-PRE-SIO-NAN-TE. Qué manera de girar, qué manera de traccionar, qué manera de enlazar un curva tras otra… A ver, no te voy a engañar: estamos ante un coche que mide 4.850 mm de largo, 2.187 mm de ancho, 1.405 mm de altura y tiene una distancia entre ejes de 2.851 mm. Además, su peso en vacío es de 2.165 kg, y eso que ahora es 305 kg más «ligero». De modo que, por una mera cuestión física, su ambiente natural serán siempre las carreteras anchas, con curvas de amplio radio y a ser posible con varios carriles por sentido.

Pero claro, la cabra siempre tira al monte y a este que escribe, lo que le encantan son los caminos retorcidos. Lo que nunca pensé es que este enorme coupé me acompañaría con sumo gusto. Porque si en autovía hizo lo que tenía que hacer, en comarcales se movía con una agilidad que jamás habría sospechado en un coche de este porte.

El efecto sorpresa se consigue con algunos trucos que se añaden al del menor peso: el motor está colocado más retrasado, lo que permite un reparto de pesos más equilibrado (55:45, que no está mal); el tren trasero direccional, que incrementa el aplomo a alta velocidad y la agilidad y maniobrabilidad en baja); y el sistema Bentley Dynamic Ride (así llaman a las barras estabilizadoras activas, que funcionan con una red eléctrica de 48 V) que hace que en curva este aparato no se incline ni ante la Reina de Inglaterra…

Motor del Bentley Continental GT V8

Por supuesto, para que el conjunto quedara completo había que trabajarse también el motor. El V8 biturbo de gasolina de esta versión «de acceso» también sale de la imaginación de Porsche, que lo monta en el Panamera Turbo. Partiendo de una cilindrada de 3.996 cc, este propulsor ha sido adornado con sutilezas técnicas como un doble turbo ubicado entre las dos bancadas y un sistema de desactivación de 4 cilindros para ahorrar combustible en los momentos de baja demanda al acelerador.

Si no te lo dicen, ni te enteras de cuando funcionan 4 u 8. Pero cuando pisas el acelerador, ahí sí. El sonido grave, ronco, oscuro, apenas mitigado por el cuidado aislamiento del habitáculo, te sugiere que algo muy serio está ocurriendo bajo el capó. Y esa forma de manifestarse es cosa de Bentley, de eso puedes estar seguro.

Salpicadero Bentley Continental GT V8

No es solo sonido lo que te eriza la piel. El motor del Bentley Continental GT V8 entrega a las cuatro ruedas 558 CV de potencia a 6.000 rpm (la línea roja empieza en las 6.800 rpm) y 770 Nm de par motor, disponibles entre 2.000 y 4.000 rpm. Con ello, el preciado coupé británico te catapulta a los 100 km/h saliendo desde parado en apenas 4,0 segundos, y de allí hasta mucho antes de los los 318 km/h de velocidad máxima te puedo asegurar que el tiempo y el espacio se acortan pero que muy rápidamente.

Estamos en los tiempos que estamos, y es necesario hablar de la contraprestación al torrente de prestaciones: los consumos. Gracias al nuevo ciclo de homologación WLTP, las cifras declaradas por los fabricantes están siendo mucho más cercadas a la realidad. En este caso, Bentley anuncia un consumo ponderado de 11,8 l/100 km (emisiones de CO2 de 268 g/km), cifra que a priori podrías pensar que es demasiado optimista… hasta que lo devuelves y a ti te sale un parcial de la jornada con 10,6 l/100 km tras 515 km recorridos. Por mucho que volviera de la sesión con toda la calma del mundo, la verdad es que me parece un consumo excelente para un coche como este.

Hablar de la vida a bordo del Bentley Continental GT V8 sin caer en algunos topicazos resulta francamente difícil. Exquisito y refinado para unos, ostentoso y con exceso de cromados para otros, de lo que no cabe duda es de que en cuanto uno se sienta en cualquiera de las cuatro plazas de este Gran Turismo, percibe que se ha puesto todo el esmero imaginable en que el gesto se convierta en una experiencia inigualable.

Bentley Continental GT hecho a mano

Conviene recordar que, por mucho que se tomen piezas de una empresa que nació para hacer millones de «coches del pueblo», en Crewe son especialistas en ennoblecer todo lo que tocan. Es su negocio y, por tanto, cuando un coche sale de su planta de producción, el cliente puede estar seguro de que en su creación solo han intervenido auténticos artesanos, formados durante años.

Cada una de las puntadas de las costuras de la tapicería, cada transición entre los paneles a la vista están hechas con precisión micrométrica. Tienes que fijarte, y mucho, para ver algún detalle mejorable. No me creerás, pero encontré un par: un hilo un poco suelto en el volante y una pequeña vibración que se escuchaba a veces en uno de los altavoces del equipo de audio firmado por Naim.

Hechas estas dos salvedades, lo cierto es que en el interior reina la excelencia. Está claro que los asientos más privilegiados son los delanteros, donde tanto como conductor como acompañante gozan de un ambiente inmejorable. Butacones comodísimos, con masaje, climatización y múltiples ajustes eléctricos, y que para más inri, sujetan estupendamente el cuerpo cuando llegan las curvas.

Como Bentley es una marca de talante conservador, no deberían sorprendernos detalles como el elegante reloj Breitling analógico semioculto en la parte baja central del salpicadero. O la abundancia de teclas en una época en la que es clara tendencia el ahorro de mandos. Pero como lo de este Continental GT va de sorprender, en cuanto presionas el botón de arranque amanece como de la nada un pantallón táctil de 12,3 pulgadas, desde el que se controla el sistema de infoentretenimiento. La instrumentación digital o el completo head-up display te dan las pistas definitivas. Este Bentley va disfrazado de clásico, pero moderno lo es un rato.

En lo que se refiere a los asientos traseros, los que los ocupen tampoco deberían quejarse, porque tanto el espacio para las piernas como para la cabeza serían la envidia de algún monovolumen. Vale, igual me he pasado un poco, pero más sitio que en algún SUV urbano sí que hay. Ahora bien, me cuesta entender por qué la unidad de pruebas no contaba con un apoyabrazos para las plazas traseras. Entre ellas, en su lugar el respaldo es una tapa que se desmonta (y queda suelta, sin un lugar específico donde ponerla) cuando usas la trampilla del maletero para guardar objetos muy largos, tales como los esquís.

La conclusión que saco después de haber probado el Bentley Continental GT V8 es que se trata de uno de los mejores GT (con mayúsculas) del mercado. No porque sea el más rápido (que poco le faltará), ni el más lujoso (alguien habrá a quien le sepa a poco).

Desde mi punto de vista, el equilibrio que ha conseguido Bentley entre altísimas prestaciones (y consumo relativamente moderado), comportamiento dinámico y refinamiento de marcha marca nuevos estándares en el segmento del superlujo. Y eso es mucho decir.

Mi sentencia

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