Mercedes-Benz SLK 55 AMG: súmmum del gozo

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Poco menos de seis meses ha costado a la gente de AMG tener lista su interpretación de lo que debe ser un Mercedes-Benz SLK. El roadster de techo duro plegable, cuyo restyling vio la luz el pasado marzo, ya cuenta con la correspondiente e inexcusable versión elevada al extremo, medida en términos de potencia y sensaciones deportivas.

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Aunque el nuevo descapotable de AMG mantiene en el nombre los mismos dígitos que su predecesor, el 55 hace referencia a un motor completamente nuevo y, por supuesto, más potente.

La cilindrada se ha rebajado un poco, de 5.461 cc hasta 5.439 cc, pero han sabido incrementar su poderío a 422 CV a 6.800 rpm, cuando antes se quedaba en 360 CV a 5.750 rpm, mientras que el par motor también se ha mejorado sensiblemente: de 510 Nm disponibles a 4.000 rpm se ha pasado a nada menos que 540 Nm a un régimen un poco mayor, 4.500 rpm.

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Podría decirse que este V8 atmosférico, denominado M152, es una versión “descafeinada” del M157, es decir, el AMG V8 biturbo que Mercedes-Benz monta en sus modelos de mayor alcurnia, léase E 63 AMG, CLS 63 AMG, S 63 AMG y CL 63 AMG.

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De hecho, el nuevo motor calca las cotas internas de su hermano mayor, 98,0 mm de diámetro y 90,0 mm de carrera (la carrera corta está detrás de su mejorada capacidad de subir de vueltas), y además se le han aplicado los dispositivos necesarios para mejorar la eficiencia, como son la alimentación mediante inyección directa de gasolina (cuenta con inyectores piezoeléctricos que trabajan a 200 bares) o el sistema de parada y arranque automático.

Tampoco es que se hayan limitado a suprimir el sistema de sobrealimentación. El bloque de aluminio ha sido ligeramente retocado y el colector de admisión es propio, además de las culatas, la distribución y el circuito de aceite.

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Más orgullosos se muestran, sin embargo, de la desconexión selectiva de cilindros, a la que le han puesto incluso nombre: AMG Cylinder Management. Derivada de la utilizada en los motores de Fórmula 1, esta tecnología ahorra combustible puede detener la inyección de combustible en cuatro cilindros, entre las 800 y 3.6000 rpm, según sea la demanda de potencia.

Gracias a ello, la marca declara para el SLK 55 AMG un consumo medio de 8,4 l/100 km y unas emisiones de CO2 de 195 g/km, cuando los 420 CV del V8 de referencia hasta ahora, el del BMW M3, requieren 11,5 l/100 km para mover la carrocería coupé-cabrio con el cambio DKG… Si en Múnich no quieren una comparativa injusta, entonces que prueben a instalarlo bajo el capó del Z4.

El Mercedes SLK 55 AMG contará, además, con el cambio automático AMG Speedshift 7G-Tronic, es decir, el secuencial de doble embrague con 7 velocidades.

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El bastidor ha sido convenientemente puesto a punto para adaptarse a las prestaciones del propulsor, con dispositivos como el Torque Vectoring Brake, que frena la rueda trasera interior para mejorar el comportamiento del coche.

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Opcionalmente, Mercedes-Benz ofrecerá el paquete AMG Handling (4.461 euros en Alemania) , que incluye diferencial autoblocante, discos de freno delanteros de material compuesto y un volante deportivo forrado en napa y Alcantara.

Los precios del SLK más potente se situarán en los 75.290 euros para el modelo estándar en su mercado de origen, que serán 85.520 euros en el caso de la serie especial de lanzamiento Edition 1.

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