Audi R8 Spyder 5.2 FSI V10: un clásico futurista

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Ingolstadt (Alemania).- Audi lo tenía relativamente fácil a la hora de desarrollar un roadster biplaza de prestaciones superlativas. Les ha bastado con tomar la esencia (y algo más) del casi demasiado perfecto R8 y liberarlo del peso del techo rígido para colocar en su lugar una liviana capota de lona (42 kg) que, si su propietario usa el coche según está concebido, jamás debería ver la luz del sol.

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Esta capota se abre y se cierra en 19 segundos y se puede accionar incluso en marcha a velocidades inferiores a 50 km/h, gracias al eficaz entramado electrohidráulico que la acompaña. El confort interior, por otra parte, está garantizado tanto por la luneta trasera independiente, plegable mediante un botón, como por el paravientos de, según dicen, fácil instalación y que impide corrientes de aire en el habitáculo a velocidades hasta 200 km/h.

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La ligereza del nuevo techo era necesaria para compensar el peso suplementario que han supuesto los refuerzos aplicados al chasis. Al carecer de la rigidez que aporta el techo metálico en el Coupé, el bastidor del Audi R8 Spyder ha tenido que ser reforzado en ciertos puntos clave, pese a lo cual su carrocería de aluminio, que sigue el concepto Audi Space Frame (ASF), sólo pesa 6 kg más que la de su hermano cerrado. Con ello, el conjunto se queda en 1.720 kg con el cambio manual.

Sin llegar a ser lo que se dice un peso pluma, lo cierto es que los 525 CV a 8.000 rpm y los 530 Nm del motor 5.2 V10 FSI pueden con ellos sin esfuerzo aparente. Una velocidad máxima de 313 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos así lo atestiguan. Y si, encima, se opta por el cambio secuencial de 6 relaciones R-Tronic, la sensación de poderío en las arrancadas se multiplica, gracias a la función Launch Control que incorpora, un sistema que en el Coupé también está disponible con la caja convencional.

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De la caja de cambios a las ruedas sólo hay un paso intermedio, la tracción integral permanente quattro, que por defecto distribuye el 85% del par a las ruedas traseras, que cuentan a su vez con un diferencial autoblocante mecánico, aunque si nos pasamos con el acelerador puede enviar hasta un 30% de la fuerza al eje delantero. En cualquier caso, para asegurar el adecuado control de la potencia de este motor, se han instalado el mismo tipo de suspensiones del R8 Coupé, con dobles brazos transversales de aluminio en ambos ejes, sobre los cuales se apoya la amortiguación adaptativa Audi magnetic ride.

Los que tengan más intención de pilotarlo que de conducirlo (aunque Audi ha procurado que también sea satisfactorio en ese sentido) pueden solicitar los discos cerámicos perforados, opcionales por 11.200 €, en lugar de los discos de acero autoventilados, de 365 mm de diámetro y pinzas de 8 pistones delante, y 356 mm y pinzas de 4 pistones detrás que vienen de fábrica.

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Las vistosas llantas de 19″ aseguran una correcta ventilación de los mismos y, de paso, demostrarán claramente las intenciones del propietario, sobre todo porque las pinzas que acompañan los discos «pata negra» (monobloque de 6 pistones delante y flotantes detrás) van pintadas en color gris antracita.

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Otro elemento de seguridad activa son los faros LED que monta de serie el R8 5.2 FSI quattro. Este modelo es el primer coche de serie que incorpora este sistema integrado tanto para la luz de cruce como de carretera, así como la luz diurna y los intermitentes. Entre sus características, destaca su temperatura de color de 6.000 Kelvin, muy similar a la luz diurna, así como una mejor distribución del haz, su longevidad y su menor consumo de energía.

Pese a que todos los detalles de este coche están pensados para desarrollar una conducción al límite -y vaya límite, todo sea dicho-, incluir ciertos detalles de lujo y confort era necesario para considerar al R8 Spyder un Audi en toda regla. Cuero y aluminio por doquier, asientos y pedalier deportivos, así como multitud de posibilidades de personalización harán que el propietario de un Audi R8 Spyder 5.2 FSI quattro sienta que está conduciendo un ejemplar único. Eso sí, a cambio tendrá que desembolsar un importe mínimo de 175.100 €, que ascienden a 183.220 € para las unidades equipadas con el cambio R-Tronic.

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