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A primera vista, los cambios realizados por Mazda en su modelo de acceso a la gama se concentran en el frontal, con un diseño más acorde con la nueva tendencia de la marca. A esto hay que sumar llantas de aluminio de 16″ también rediseñadas para las versiones más equipadas, así como una paleta de colores de la carrocería que, con el nuevo Aquatic Blue Mica y el Burgundy Red Mica, ofrece hasta 11 tonos para escoger.
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En el habitáculo destacan los nuevos materiales, de mayor calidad, que se combinan ahora con inserciones de color negro repartidas por el salpicadero y la consola central, así como los relojes con fondo negro y grafías con un estilo diferente.
El resto de modificaciones sólo se pueden percibir una vez puestos en marcha. La suspensión, por ejemplo, junto con ciertos ajustes en la carrocería (nuevos puntos de soldadura en los pasos de rueda traseros), ha sido recalibrada para ofrecer más confort de conducción. En el eje delantero se han montado casquillos más rígidos y se ha revisado el ángulo de convergencia para mejorar la comodidad, mientras que en el trasero se ha optado por unos casquillos más blandos y conseguir, así, una menor brusquedad al afrontar irregularidades de la carretera.
También las mecánicas han sido objeto de revisión para adaptarlas a la normativa anticontaminación EU5. El 1.3 de gasolina (75 CV y 119 Nm)
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presume ahora de unos consumos un 2% más bajos (5,1 l/100 km), gracias a la incorporación de un alternador con control electrónico, al uso de un aceite con menor viscosidad y el alargamiento de la 2ª y 5ª velocidades.
La otra variante de gasolina es el 1.5 de 102 CV y 133 Nm, disponible tanto con cambio manual de 5 relaciones, con el que declara un consumo de 5,8 l/100 km, o bien con una caja automática de 4 marchas (6,3 l/100 km).
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La opción diésel está representada por el nuevo propulsor 1.6 CRTD de 95 CV y 205 Nm. Los 5 CV extra de potencia respecto al anterior se han logrado, entre otras modificaciones, gracias a la simplificación de componentes como la distribución, ahora confiada a un árbol de levas simple, en lugar del doble anterior, así como un nuevo turbocompresor de geometría fija y un sistema de inyección directa common rail firmado por Bosch, que trabaja a 1.600 bares de presión. A pesar del superior rendimiento, el consumo ponderado se sitúa en 4,2 l/100 km, cerca de un 2% menos que su predecesor.
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Este propulsor monta, además, filtro de partículas diésel recubierto (cDPF), que incluye un catalizador de oxidación y no requiere mantenimiento.
El Mazda2 está disponible con cuatro niveles de equpiamiento, y ya desde el Active, el más básico, cuenta de serie con aire acondicionado, elevalunas eléctricos delanteros y radio-CD lector de MP3 con entrada auxiliar.
| Versiones |
P.V.P. |
| Mazda2 Active 1.3 |
12.950 € |
| Mazda2 Style 1.3 |
13.200 € |
| Mazda2 Style+ 1.3 |
13.700 € |
| Mazda2 Sportive 1.5 |
15.000 € |
| Mazda2 Style 1.6 CRTD |
16.100 € |
| Mazda2 Style+ 1.6 CRTD |
16.600 € |
| Mazda2 Sportive 1.6 CRTD |
17.200 € |
