Contacto Carver One: todo es diferente

©Cochesafondo

Prueba realizada por Gabriel Esono

El recuerdo de la última vez que subí a un aparato de tres ruedas aún sigue muy vivo en mi cabeza. Se trataba del Can-Am Spyder, un vehículo cuya original concepción atraía tantas miradas como la peculiar forma de conducción que exigía. Aquella prueba empezó como un reto, pero bien podría haber acabado con la policía llamando a la puerta de mi garaje para pedirme que devolviera a su legítimo dueño esa especie de triciclo de más de 100 CV.

Un cosquilleo extraño volvió a invadirme cuando, Youtube mediante, alguien me puso hace tiempo sobre la pista de los Carver. De nuevo eran tres ruedas lo que llamaba mi atención, aunque en esta ocasión se trataba de algo mucho más parecido a un coche, y a la vez muy diferente.

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El vídeo mostraba como, con una rueda delante y dos detrás, este automóvil encara los virajes como si de una moto se tratara, en la que pueden viajar dos personas en tándem. Sin embargo, cuenta con algo que podría llamarse carrocería para cubrir una rígida estructura tubular, y el conductor se encuentra con todo lo que puede esperar de un utilitario: volante, tres pedales y cambio de marchas. A partir de ahí, todo es diferente.

La empresa Different Cars, a la cual debemos la posibilidad de haber tenido contacto con el Carver One, es la encargada de la distribución en España de este artefacto. En la actualidad su venta está limitada a las unidades de segunda mano, ya que la fábrica dejó de producir las unidades con motor de gasolina, aunque ya está en marcha el desarrollo de una variante eléctrica.

En cualquier caso, los que quieran saber lo que se siente al conducir uno, o leen esta prueba, o compran una de las tandas que se ofrecen en el circuito de Can Padró, en Barcelona.

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La posibilidad de probar cualquier coche en circuito suele ser tanto más tentadora cuando mayor es la potencia que se tenga que manejar. Pero no siempre. A veces, puedes tener más de 300 CV bajo el pie derecho y, sin embargo, quedarte con la sensación de que has estado perdiendo el tiempo y haciendo sufrir innecesariamente al pobre animalito.

A priori, el Carver One me generaba muchas dudas precisamente por todo lo contrario. Porque sí, es gracioso verlo en movimiento y en la ficha técnica dice que sólo pesa algo más de 640 kg., pero resulta que colgado en posición trasera su pequeño bloque de cuatro cilindros apenas cubica 659 cc y entrega una cifra de potencia bastante modesta: 68 CV.

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El responsable de esta mecánica es Daihatsu, una de esas marcas japonesas que saben un rato largo de extraer rendimientos sorprendentes de mecánicas reducidas. Así que, entre las 16 válvulas por cilindro y el turbocompresor, en pocos metros se encarga de borrar la mueca de escepticismo de mi rostro para convertirla en otra de concentración. Es lo menos para un triciclo que alcanza los 100 km/h en apenas 8,2 segundos y que no necesita alcanzarlos para hacerte pensar que ya estás yendo muy deprisa. Esto lo tiene de moto.

Lo que tiene de coche, además del volante, es el cambio de marchas, un manual de cinco velocidades (más marcha atrás), que me recordó a otro vehículo peculiar que probamos hace un tiempo, el PGO Cevennes.

El tacto rudo y duro de la palanca es como de otros tiempos, y cuesta un poco hacerse con él. En cierto modo, obliga a hacer los cambios con decisión aunque, con el paso de las vueltas, acabas haciéndolo tuyo y pensando que el automovilismo en general se ha aburguesado demasiado.

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Una de las frases que adoro repetir a todo motero con el ego subido es que las motos van muy lentas en las curvas. Uno de ellos, el más listo que me he encontrado, me respondió una vez: «necesitamos cuatro veces menos dinero para conseguir el doble de emociones». Y tuve que cerrar la boca.

Salvo por el tema del dinero, la verdad es que la frase es perfectamente aplicable al modelo de esta prueba. La velocidad de paso por curva del Carver One tiene más de dos ruedas que de cuatro, pero la forma de trazar y de tumbarse hacia el interior de la curva ofrecen sensaciones que recuerdan a las de una moto, y pronto tienes la impresión de poder rozar el asfalto con la oreja.

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A medida que pasan las vueltas le vas cogiendo el tranquillo y buscas cada ves una mayor inclinación. No obstante, un sonoro pitido se encarga de advertirte de que te estás acercando más de la cuenta al límite de lo razonable. No tienes, sin embargo, la impresión de peligro. A pesar de ser un tracción trasera, al acelerar en plena curva la tendencia es la de abrir la trayectoria y la corrección es tan sencilla como dejar de acelerar.

La capacidad de frenada no desentona teniendo en cuenta la limitada potencia del motor, pero es otro de los aspectos que requieren de una cierta adaptación. Los casi 800 kg del Carver One (con los dos ocupantes a bordo) suponen un duro hándicap para tan sólo una rueda delantera y de sección estrecha (140/70 R 17), sobre todo si se trata de buscar los límites en circuito, aunque hay que decir que durante el tiempo que tuvimos ocasión de probarlo, los frenos no dieron sensación de desfallecimiento.

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La conducción del Carver One es una de esas actividades que, a cualquiera que se sienta tentado por probar nuevas experiencias, le puede encantar.

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La extraña combinación entre moto y coche tiene cierto componente de reto, porque exige algo más que un par de vueltas a un circuito para hacerte una buena idea de hasta donde puedes llegar con él. Es como ir a ver una de esas películas que son tan buenas como te han contado, pero que dejan el final abierto en espera de la segunda parte.

Un interior espartano aunque con algunos componentes de calidad como los asientos deportivos o el volante Momo dan un cierto ambiente de deportividad que casa muy bien con las sensaciones que ofrece al conducirlo.

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