Porsche ha muerto. Descanse en paz.

©Porsche

 

Gabriel Esono

Cuando he recibido en el teléfono la nota de prensa anunciando la muerte de F.A. Porsche, lo primero que he pensado es que tenía que sentarme de inmediato delante del ordenador a escribir la noticia. Tenía dos opciones: una, la fácil, era traducir el texto oficial, frío, meramente descriptivo de lo que ha sido la vida de este ingeniero, hijo y nieto de ingenieros, creador del inmortal Porsche 911, entre otros.

©Porsche

La otra era ponerme a explicar que, para alguien que se dedica a comunicar sobre el mundo del motor, hoy es un día de duelo.

©Porsche

Yo no conocía personalmente al “profesor” Porsche. Es más, lo más cerca que he estado de él se reduce a una única experiencia al volante de uno de “sus” coches. Una mísera vuelta con un 997 al circuito de Papenburg, Alemania, durante una sesión de pruebas de amortiguadores Bilstein en 2008. No soy, pues, uno de esos expertos en el 911 que son capaces de sentir la diferencia entre el sonido de un 911S y el de un Carrera RS 2.7.

Sin embargo, eso no me ha impedido sentir el fallecimiento de este hombre cuyo nombre he leído casi tantas veces como revistas he devorado, tratando de entender por qué el nueve once ha sido capaz de superar como ningún otro automóvil el paso del tiempo.

©Cochesafondo
©Porsche

Como suele suceder, no fue hasta que dispuse de ese par de minutos cuando por fin pude acercarme, aunque fuera un poco, a las sensaciones que durante años trataron de explicarme tantos experimentados probadores. Creo que por fin les entendí, aunque fueron tantos los pensamientos que se concentraron en esa vuelta, rodada a ritmo de nervioso novato, que apenas soy capaz de recordar si fui un digno piloto. Apostaría algo a que no, pero a nadie ha de preocuparle.

©Porsche

La cuestión es que no importa que uno piense que un motor y transmisión colgados detrás del eje trasero ya no tengan sentido en el s.XXI; ni si es mejor un alborotado caballo negro sobre una chapa roja que un ronco y recio gorgoteo rodando en un infierno verde. Lo importante es que el Porsche 911 ha trascendido la excelencia técnica, tan común hoy en día, para convertirse en una referencia inimitable. Conducir uno, aunque sea el último modelo, tan electrónico y tan civilizado, recién salido de la cadena de montaje, consigue remontarte a varias décadas de historia del automóvil.

Y eso ha sido gracias al ingenio de F.A. Porsche. De modo que gracias, Ferdinand. Y descanse en paz.

Sé el primero en comentar