Prueba Opel Astra 1.6 Turbo 180 Cosmo: fenómeno bipolar

Prueba realizada por Gabriel Esono

El Opel Astra es uno de esos coches normalmente bien asentados en nuestro mercado. Por una parte es lógico, porque la mayoría de las marcas que cuentan con una factoría al sur de los Pirineos tienen casi garantizado un buen acomodo en las listas de ventas de este país. Además, el segmento C, en el que milita el compacto alemán, es tradicionalmente el que aglutina una mayor parte de las matriculaciones por estos lares, así que la suma es sencilla: si haces un compacto y tienes un nombre conocido, vendes como churros, casi siempre.

Opel está enfrascada en un cambio de imagen que, a mi juicio, le hacía mucha falta. Las líneas conservadoras de sus automóviles están dejando paso a siluetas mucho más atractivas. Ahora su catálogo deja entrever un talante dinámico que, hasta donde hemos podido comprobar, se traslada con bastante fidelidad a las sensaciones al volante. Ya dimos fe de ello en las diferentes pruebas que hemos realizado a los Opel Insignia, ya fuera un gordo V6 de gasolina o el solvente turbodiésel 2.0 CDTi, el mismo motor del Astra que probamos hace escasas semanas.

El motor 1.6 Turbo de 180 CV (también el Insignia lo monta) se planta, de momento, como la variante más prestacional del Opel Astra, a la espera de que con la carrocería GTC lleguen entregas verdaderamente deportivas, OPC mediante.

Pero estas versiones pierden el punto racional que se le presume a un coche que, con casi 200 CV sobre el eje delantero, debería ofrecer un nivel de prestaciones muchísimo más que suficiente para el usuario medio, en un entorno donde la oferta es en apariencia abundante, pero luego, al

leer la letra pequeña, por potencia resulta algo más limitada. El Peugeot 308 1.6 THP, por ejemplo, con sus 150 CV debe jugar una baza más familiar, mientras que el Volkswagen Golf -cómo no-, obliga a saltar de los 160 CV del 1.4 TSI a los 211 CV del GTI. Estoy por pensar que Opel ha colocado este Astra ahí no por casualidad.

El Renault Mégane TCe 180 ha apuntado exactamente al mismo punto que el modelo germano, con una carrocería afilada y un motor que, sin embargo, conserva la cilindrada de 2,0 litros, en lugar de seguir la tendencia actual de reducir la capacidad para asegurar unos consumos más bajos.

Este propulsor de 4 cilindros y 1.598 cc se está mostrando muy versátil, ya que desde el pequeño Corsa al grande Insignia, está dejando su huella en el catálogo de Opel. Y su huella es la de una mecánica con ganas de subir mucho de vueltas, la pongas donde la pongas.

Al polivalente lo convierte en una mascota nerviosa que sólo apetece sacar a pasear cuando te mira con ojitos tristes. En el coche grande, en cambio, se nota que es una mecánica generosa, que quiere regalar un montón de sensaciones aunque luego, las hechuras de buque insignia de su carrocería le obligan a mantener las formas.

Por eso parece que sea en el Astra donde el extrovertido 1.6 Turbo se sienta realmente bien arropado. Tira como un buen purasangre sin que llegues a sufrir la sensación de ir desbocado, y tampoco la de necesitar una reducción de marcha a poco que la carretera se encuentra con una pendiente. Te ofrece ese punto de sal que de vez en cuando te pide el cuerpo y puedes cogerlo cuando a ti te apetezca, sin lamentos por no hacerlo a menudo, ni protestas porque eres de los que disfrutan perdiendo la cuenta de los árboles a los lados de la carretera.

La palanca de cambio es, quizá, algo más exigente, ya que requiere ser tratada con respeto, pero con mano firme. Su accionamiento, aun siendo preciso, es más duro que el del resto de componentes del coche, de ahí que me haya sorprendido. De modo que si lo que te va es conducir con ligereza, el cambio será tu aliado siempre y cuando tengas puestos todos los sentidos en lo que estás haciendo.

La mejora en el desarrollo de los bastidores es una de las notas dominantes en las últimas creaciones de Opel. Muy sabiamente, han optado por dotar de un temperamento dinámico a los trenes de rodaje de algunos de sus últimos modelos (léase, Insignia y Astra), en lógica coherencia al aspecto deportivo de sus carrocerías.

El Opel Astra cuenta con la opción FlexRide, una suerte de sistema de control electrónico de diferentes componentes que afectan al comportamiento del coche. Por un lado está la suspensión, que puede pasar de la suavidad extrema de la posición Tour a la dureza radical del modo Sport. Si no tocas ninguna de las dos teclas, el sistema determina en cada momento el tono más adecuado en función del estado del firme y del estilo de conducción, pero la sensación es de que resulta más cercano al primero que al segundo.

La dirección, con asistencia eléctrica, también ve alterados sus parámetros, para endurecerse si lo que nos apetece es darnos una pequeña alegría. Alegría en la que nos acompañará el acelerador, que mágicamente pasa a ser mucho más sensible a las solicitaciones del pie derecho.

Y todo, culminado con el panel de instrumentos iluminado en color rojo fuego. De día no se ve demasiado, pero de noche casi da miedo.

Luego, a la hora de la verdad, el panorama no es tan exagerado. Ciertamente en el modo más confortable las suspensiones adopta un tono blando muy de agradecer en terrenos accidentados, pero que a poco que subimos el ritmo hacen que las trazadas sean menos precisas que con los otros tarados. La tecla Sport, por el contrario, permite atacar las curvas con más confianza a un ritmo alto, aunque tampoco convierte al Astra en un deportivo en toda regla.

©Cochesafondo

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No hay que olvidar que se trata de un compacto de cinco puertas, luego está más cerca de un coche familiar que de un ágil deportivo. En cualquier caso, el precio de 762,42 € que cuesta el FlexRide es, desde mi punto de vista, muy razonable para una opción que merece bastante la pena. Al fin y al cabo, es como si tuvieras en el garaje dos o tres coches en uno solo, de forma que te permite elegir en función de cómo te hayas levantado esa mañana.

Cuando uno dirige la mirada hacia un coche del segmento de los compactos, normalmente se podría decir que lo que está buscando es un coche que sirva para todo. Cuatro personas, como mínimo, tienen que poder viajar con un nivel razonable de confort, y en el maletero tiene que caber el equipaje para un viaje largo.

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Todo esto está muy bien pero, cuando te vas a gastar por lo menos tres millones de pesetas, el coche tiene que decir algo más cuando te subes en él. De esto se han dado cuenta en Opel, que sus nuevos coches están centrando bastante la atención en el conductor, que para eso es el que paga, y en el acompañante, que no pocas veces será quien dé el visto bueno definitivo.

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Así pues, las plazas delanteras están muy conseguidas, con un puesto de conducción sin pegas en el que todo queda muy a mano. Habría estado bien que los mandos de la consola central fueran algo más fáciles de manejar, porque hay muchos y son más bien pequeños, aunque con el tiempo se puede acabar usando el sistema de audio y de climatización con relativa facilidad. Los asientos, por su parte, son más cómodos que firmes, lo que condiciona un poco cuando pulsas la tecla Sport. Pedir un mullido variable ya sería demasiado.

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Para los que vayan detrás el panorama, sin ser malo, no es tan satisfactorio como para los que viajen delante. La menor superficie acristalada disponible, así como un espacio disponible para

las piernas que no se corresponde con la extensa batalla de este Opel Astra, no impiden desplazarse cómodamente, pero en este sentido en el difícil equilibrio entre la estética exterior y la habitabilidad posterior ha ganado la partida la primera.

La sonoridad, por otra parte, es otro de los puntos llamativos del Astra con el motor 1.6 Turbo. Al ser gasolina, al ralentí y a bajas vueltas ni te enteras de que está en marcha. Luego, cuando el ritmo se anima, entonces el pequeño tetracilíndrico se hace bastante presente en el interior, aunque sin llegar a ser demasiado molesto.

La dualidad del sistema FlexRide (725,16 €) y las buenas prestaciones del motor 1.6 turbo de 180 CV hacen de este Opel Astra una opción de lo más interesante para el día a día. Sin que se pueda decir que sea el mejor del segmento en sus diferentes apartados, la ventaja que aporta este equipamiento opcional (únicamente el Volkswagen Golf ofrece algo parecido, pero sólo actúa sobre la suspensión) es un valor a tener en cuenta.

Con el acabado Cosmo, el más lujoso, el precio de este compacto asciende a los 23.381 €, la misma cantidad que piden si se opta por el Sport.

Ambos cuentan entre su equipamiento de serie con el climatizador bizona, faros antiniebla o el ordenador de abordo y, mientras el Cosmo tiene los elevalunas traseros eléctricos de fábrica, en el Sport te encuentras con el volante y los asientos deportivos, así como una suspensión rebajada

y más rígida.

Que te gusta el tacto del cuero, pues pon 1.118,22 € sobre la mesa; ¿eres de esas personas que de noche quieren verlo todo? Los faros bixenón cuestan 914,91 €; y si piensas que es mejor tener un guía que te acompañe siempre, tienes dos navegadores a elegir, uno por 508,28 € y otro, con DVD y disco duro de 2 Gb, por 711,59 €.

Da igual que, cada vez que lo encuentres, tu vecino te hable maravillas de su pequeño utilitario y tengas grabado a fuego en tu memoria el manido «en trece años no me ha dado ni un problema». Tarde o temprano, llega un mal día en el que la mancha de aceite en su plaza de aparcamiento está cubierta por un lustroso compacto. En ese momento no sabes qué es lo que te provoca el desagradable picorcito en el cuerpo, si la envidia o la idea tener que escuchar las razones por las que se lo ha comprado.

En un acto de buena fe piensas que es normal, que es un tipo trabajador, que se acaba de casar y le van bien las cosas. Quién sabe, igual hasta está esperando ya su primera criatura.

Por eso necesita un coche más grande, pero no demasiado. Uno que le permita hacer las mismas cosas que hacía antes, ir con los amigos al partido, salir algún fin de semana o desplazarse los 40 kilómetros de rigor al trabajo. Aún no entiendes por qué se empeña siempre en ir por esa carretera de curvas.

Pero, a la vez, debe servir para meter la sillita sin agobios, en el maletero tienen que caber todos los accesorios opcionales del bebé y, naturalmente, ha de ser muy confortable y dar gran sensación de seguridad.

Entonces, casualmente te lo encuentras saliendo de su nuevo coche, con el capó frío, tan sonriente como si te hubiera estado esperando durante horas y, mientras lees de reojo la palabra Turbo en color negro adherida al portón trasero, te explica lo mucho que le gusta el nuevo Astra a su suegra y lo cómoda que va en él.

En ese momento, si te atreves, pregúntale por la tecla Sport. Verás como su sonrisa se envilece, aparecen de la nada un par de cuernos sobre su cabeza, una cola y un tridente y su respuesta será tan intrigante como «vamos a dar una vuelta y te lo cuento…».