Prueba Mazda3 1.6 CRTD 115 Style+: brioso nipón

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Prueba realizada por Gabriel Esono

El Mazda3 es un coche que en Cochesafondo conocemos bastante bien. Hace poco más de un año pasó por nuestras manos el MPS, cuyo motor 2.3 DISI de 260 CV dejó muy gratos recuerdos entre los miembros de la redacción.

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Unos meses antes ya habíamos tenido la ocasión de probar otro gasolina, mucho más civilizado, el 2.0 DISI, que con sus 150 CV y sistema i-Stop invitaba sobre todo a una conducción relajada y sin preocuparse en exceso por el consumo.

En esta ocasión te traemos el Mazda3 1.6 CRTD de 115 CV, un motor que se sitúa en la parte baja de la oferta diésel del compacto nipón aunque, como explicaré más adelante, ofrece un rendimiento bastante mejor de lo esperado.

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Así pues, con este propulsor Mazda puede presumir de una oferta bastante completa en lo que se refiere a motores alimentados por gasóleo y, aunque con matices, siempre orientados hacia el dinamismo. Basta con ver las cifras de potencia anunciadas para las dos variantes del 2.2 CRTD, 150 CV y 185 CV, que los sitúan 10 y 15 CV por encima de sus equivalentes en los catálogos del Volkswagen Golf o el SEAT Léon, y también supera lo ofrecido en otros superventas como el Opel Astra, el Citroën C4 o el Renault Mégane.

A esta ventaja, el Mazda3 añade un argumento que para no pocos será igualmente válido, como es el de ofrecer una carrocería original en un segmento masificado, aunque probablemente a los responsables de la marca no les importaría que su modelo se viera por todas partes. Es algo parecido a lo que le sucede al precioso Alfa Romeo Giulietta.

Sin embargo, tal y como cuento a continuación, este exótico compacto ofrece algo más que una silueta diferente.

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La entrada en vigor de la normativa antipolución Euro V ha obligado a todos los fabricantes a mejorar la eficiencia de sus propulsores. Mazda, a pesar de la relativa independencia que mantiene dentro del Grupo Ford, no renuncia a aprovechar algunos de los componentes producidos por el conglomerado americano. Este motor 1.6 CRTD sería un buen ejemplo de ello.

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Se trata de un bloque desarrollado conjuntamente con el Grupo PSA Peugeot-Citroën, especialistas en motores diésel. Uno de los detalles que más nos ha llamado la atención cada vez que hemos probado alguno de los propulsores fruto de esta colaboración ha sido el diferente carácter que muestran cuando se montan en un modelo francés o en uno de la firma del óvalo.

En Ford, por lo visto, prefieren que el conductor sienta de forma más inmediata la respuesta al acelerador, y en este Mazda ha quedado claro que siguen la misma filosofía. En realidad, esta familia de motores 1.6, ya sean HDi, Duratorq o CRTD, ha ganado muchos enteros en esta última evolución, y ahora sus prestaciones resultan más satisfactorias.

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Para conseguirlo, los cambios han ido bastante más allá que una mera reprogramación de la centralita. La culata, por ejemplo, vuelve a las dos válvulas por cilindro para reducir peso y fricciones, mientras que la relación de compresión también se ha rebajado. Si a ello sumamos un sistema de inyección más preciso, un filtro de partículas diésel (DPF) sin mantenimiento, un nuevo sistema de refrigeración optimizado para el circuito de recirculación de los gases de escape y un turbo de geometría variable (aunque sin función overboost…), ya tenemos un cóctel de lo más interesante.

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El nuevo motor es, pues, algo más ligero y, junto con los 115 CV de potencia (6 CV más) y 270 Nm de par (30 Nm de ganancia), permiten al Mazda3 ofrecer una respuesta más que decente teniendo en cuenta su cilindrada. Y no sólo es una cuestión de incremento de cifras, sino de calidad en la entrega, ya que a partir de las 1.750 rpm ya demuestra cierta solvencia hasta prácticamente las 3.000 rpm.

A pesar de que el cuentavueltas sufre un exceso de optimismo al marcar la zona roja por encima de las 4.750 rpm, lo cierto es que a partir de las 3.000 rpm el empuje decae un poco. La potencia máxima llega, según Mazda, a las 3.600 rpm, que es lo mismo que decir que no merece demasiado la pena estrujar la mecánica mucho más allá y que a dicho régimen conviene cambiar a una relación superior.

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Este motor está asociado a una nueva caja de cambios manual de 6 velocidades, otros 7 kg más liviana que la anterior de 5 marchas. A quienes prefieran las palancas de tacto duro y, por qué no decirlo, algo masculino, les encantará este cambio, que tiene poco que envidiar a lo que se experimenta en los de las versiones más potentes.

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Lo que no es tan favorable es el nivel de consumo medio que ha arrojado en nuestra prueba, el cincuenta por ciento de la cual ha transcurrido a velocidades legales por autopista. Los 6,7 l/100 km del ordenador de abordo muestran una discordancia razonable respecto a la rebaja oficial anunciada por Mazda para este motor, ahora homologado en 4,4 litros cada 100 km.

Sin embargo, en comparación con otros compactos diésel, se ha mostrado en la línea de modelos con una potencia y cilindrada superiores y, por tanto, con mejores prestaciones que las de este Mazda3 1.6 CRTD.

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A la hora de hablar de agilidad en un modelo compacto de tracción delantera (el BMW Serie 1 va por libre), hay dos o tres referencias dignas de mención. El Mazda3 es una de ellas, junto con el SEAT León y el Ford Focus.

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Aunque la referencia marcada por el Mazda3 MPS es claramente abusiva debido al diferente planteamiento respecto a este diésel, ya permite intuir por donde van a ir los tiros en cuanto al comportamiento dinámico de las versiones más racionales del Mazda3.

Su dirección, sumamente precisa, invita casi de inmediato a hacer un uso intensivo del volante, porque pronto descubres que trasladará con gran fidelidad tus instrucciones a las ruedas.

Las ruedas, sin embargo, son las últimas en beneficiarse de un trabajo muy buen resuelto en todo lo que atañe al bastidor. Ya presente en la anterior generación del compacto de Mazda, la configuración de un chasis con McPherson delantero y tren multibrazo posterior se está mostrando como la idónea para aunar nobleza sobresaliente en curva rápida y agilidad de libro en curva lenta.

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Desde luego, el equipo de neumáticos opcional ayuda bastante en este sentido. Una sección de 205 mm de anchura y un perfil 50 sobre llanta de 17 pulgadas ya no sorprenden a nadie, aunque está claro que para un coche de 115 CV y poco más de 1.300 kg es más que de sobras para asegurar una pisada firme sobre el asfalto.

Si quisiéramos ponerle una pega, miraríamos precisamente bajo las llantas, donde se han ocultado unos modestos discos ventilados de 278 mm delante y macizos de 265 mm detrás. Sin que se puedan considerar realmente justos, creo que el equipo que monta el 2.0 DISI (300 mm y 280 mm) le habría sentado de maravilla. Pero insisto, es sólo una cuestión de querer hilar fino.

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El refinamiento de que siempre ha hecho gala este bloque, con un bajo nivel de vibraciones y rumorosidad, cuenta en el Mazda3 con el apoyo de un interior bien acabado y aislado.

Mazda es una de esas marcas que, sin apostar decididamente por ofrecer unos acabados de calidad premium, muestra sin embargo un cierto interés en desmarcarse de la media entre los fabricantes generalistas.

La combinación de materiales y el diseño general está bien conseguido, y las piezas de metal están cubiertas para que no nos encontremos con ningún antiestético tornillo. No todo el mundo atiende a este tipo de detalles.

Por el contrario, el tacto de ciertos mandos, como la botonería del volante multifunción, no acaba de transmitir la solidez ideal ni la precisión ideales. Tampoco acabo de ver muy claro que el navegador se maneje en exclusiva desde el volante. Quizá te permita disimular mejor cuando lo estás usando mientras conduces, pero también impide al acompañante cambiar los datos.

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En un coche que parece claramente pensado para ser conducido, el puesto tras el volante es uno de los que debe ser mirado con lupa. Los asientos delanteros, a pesar del sencillo diseño de esta versión, sujetan el cuerpo con eficacia, aunque reconozco que me costó un poco más de lo habitual encontrar la postura perfecta. Una vez logrado, no me sacaban del coche ni con agua hirviendo.

Justo en el extremo opuesto nos encontramos con un maletero de volumen razonable en términos absolutos (340 litros), aunque alejado de los 408 litros del Citroën C4, que mide casi 131 mm menos que los 4.460 mm de este alargado japonés. Una vez oculto el respaldo de los asientos traseros, la capacidad sube hasta los 1.360 litros. De todas formas, sigo sin entender por qué cada vez más fabricantes, como Volkswagen con el Golf, consideran prescindible un sistema de plegado que deje una superficie completamente plana.

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Desconozco si a los responsables de Mazda les gusta que tilden sus productos como exóticos, originales o “poco vistos”, porque no todas las connotaciones de tales apelativos son positivas.

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En todo caso, aunque el Mazda3 no sea precisamente uno de esos coches con los que uno se cruza cada día por la calle, ello no le resta un ápice de mérito a un producto de los buenos dentro del segmento de los compactos.

La estética distintiva y el coqueteo con algunos de los conceptos que se le presuponen a las marcas premium deberían ser suficientes argumentos para llamar la atención de aquellos que quieran salirse del rebaño sin gastarse una suma excesiva.

Como la motorización que monta el Mazda3 1.6 CRTD es de acceso, los niveles de equipamiento disponibles se detienen en el Style+ que puedes ver en las fotos. En los 22.000 € que cuesta se incluyen elementos como las llantas de 17 pulgadas, el navegador o el climatizador bizona, suficiente como para considerarlo muy bien equipado.

A ellos hay que sumarle las campañas promocionales que propone la marca mensualmente (para esta versión, el descuento es de 1.500 €, pero puede llegar hasta los 3.100 € en otras unidades).

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