Mercedes 300 SL: creando un icono

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R. E. – En el proceso de gestación del 300 SL intervinieron de igual manera la casualidad, el más absoluto pragmatismo y la lógica aplastante que los hombres de Mercedes aplicaron a los desafíos técnicos que iba planteando su diseño. El coche no se creó de la nada, sino que tuvo que superar algunas carencias de planteamiento con las que se encontraron sus ingenieros, y el resultado final fue emocionante.

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Rudolf Uhlenhaut proyectó un chasis tubular de 82 kg de peso, un 40% más ligero que el de los anticuados monoplazas de 1939 que la marca llevó a Argentina y a su vez un 30% más rígido. Karl Kiffert esbozó el diseño de la carrocería, que sería enteramente de aluminio, con el objetivo de conseguir el menor coeficiente posible de penetración aerodinámica. La premisa con la que trabajaban los responsables de las diferentes áreas técnicas del proyecto era que el nuevo vehículo de competición no superara los 850 kg y reafirmara su apellido SL, Sport Leicht.

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Pero después apareció una gran duda: ¿carrocería abierta o cerrada? La primera presentaba ventajas como la ligereza y la facilidad de acceso al vehículo, algo a tener muy en cuenta en las largas carreras de resistencia. La carrocería cerrada, por el contrario, conseguía dar más rigidez al conjunto y obtener una mayor eficiencia aerodinámica, aunque la estructura del chasis tubular impedía la colocación de unas puertas convencionales. Los hombres de Mercedes parece que cerraron el asunto con una decisión salomónica, un momento de inspiración que dio como resultado una de las grandes señas de identidad del modelo: sus puertas en forma de alas de gaviota. La pura necesidad como método para inventar.

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El motor de la berlina 300, plácido de origen, fue profundamente modificado. Se optimizó la forma de las válvulas, se aumentó la relación de compresión y el ritmo de rotación y se añadieron tres carburadores Solex. De los 115 CV iniciales se pasó a los 170 CV. Incomprensiblemente, en el momento de instalar el propulsor en el chasis tubular, los ingenieros se dieron cuenta de que no entraba, era demasiado alto. Se decidió inclinar el motor 50º a la izquierda resituando los tres carburadores a la derecha, una solución que presentaba nuevos y graves problemas de lubricación. El original cárter húmedo se desechó y fue montado un cárter seco, con un depósito de aceite en el ala derecha del motor.

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A pesar de todas las dificultades, en diciembre de 1951 el primer prototipo del 300 SL empezó a rodar, y el 12 de marzo de 1952 se presentó la versión de competición definitiva a la prensa, después de numerosas sesiones de test en Hockenheim.

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