La acumulación de tantas victorias como carreras en las que habían participado Nani Roma y su copiloto Michel Périn en 2013 hacía presagiar que el Dakar 2014 iba a ser el suyo. Desde luego el de Folgueroles siempre confió en ello.
Roma mostraba esa confianza a sabiendas de que este Dakar 2014 se presentaba, en principio, más duro que nunca. Al menos desde que se celebra en Sudamérica. Así lo aseguraba David Castera, director deportivo del Dakar, en la presentación de la prueba: “Sabemos que la acumulación de la fatiga es uno de los parámetros más complejos del Dakar. Con un promedio de 50 kilómetros más para recorrer cada día en relación con la última edición, podemos decir que elevamos el nivel de dificultad”.
La ASO había programado un recorrido que iba a llevar a la caravana del Dakar 2014 desde Córdoba, en Argentina, hasta la localidad chilena de Valparaíso, pasando por primera vez por Bolivia. En total, los coches se enfrentaban a un recorrido de 9.374 km, 5.522 km de los cuales disputados contra el reloj.
El equipo X-Raid desplegaba en Córdoba nada menos que once Mini Countryman All4 Racing, más un BMW X3 CC. Sven Quandt, el jefe de la escudería, por una parte ha sabido ganarse la confianza del grupo alemán BMW y ha sabido sacar provecho de recursos técnicos normalmente solo al alcance de una marca grande.
Por la otra, está sabiendo explotar un modelo de negocio en el que tres o cuatro pilotos punteros son capaces de llevar sus coches sistemáticamente a los primeros puestos (de un total de cinco o seis en activo realmente competitivos), y otros pagan por contar con el mejor coche del actual panorama de los raids.
Stéphane Peterhansel, Nani Roma y Nasser Al-Attiyah -éste inscrito a última hora tras ver que su proyecto con un buggy no iba a ninguna parte- partían como claros favoritos, con el argentino Orlando Terranova y el solvente polaco Krzysztof Holowczyc como alternativas en el equipo alemán, en el caso de que se torcieran las cosas.
Fuera de X-Raid había pocas propuestas serias: el sudafricano Giniel de Villiers y el Toyota Hilux con motor de Lexus IS F preparado por Imperial; y Carlos Sainz, que al ver que la iniciativa de Nasser Al-Attiyah no iba ni mucho menos por donde a él le gusta trabajar, apostó por uno de los buggies del equipo francés SMG, al que ya conocía de cuando debutó en rallies clásicos con un Porsche 911 puesto a punto por este preparador. El buggy naranja de Robby Gordon, esta vez con nombre propio (HST Gordini, en lugar del Hummer) era nuevamente el encargado de dar un toque de color al Dakar, aunque en esta ocasión lo hacía con un vehículo que había tenido que construir a toda prisa y con muy poco tiempo para probarlo.
Pues cuando llegó la primera especial, pocos habrían apostado a que el ganador iba ser un coche chino. El portugués Carlos Sousa, con un Haval Great Wall, daba la campanada y se imponía en la primera etapa. Solo contaba con 180 km cronometrados, muy revirados, pero que daban una muestra del avance de este equipo en los cinco años que llevan participando en el Dakar.
Poco le duraba la alegría al portugués, sin embargo, porque Stéphane Peterhansel se encargó de poner orden al día siguiente, en la etapa entre San Luis y San Rafael, de 301 km cronometrados de un total de 596 km, en la que llegaron las primeras dunas. Carlos Sainz, por su parte, mostraba la rapidez del Red Bull Buggy SMG, el único capaz de seguir el ritmo del francés en los primeros compases del Dakar 2014.
La cara opuesta entre los españoles la ponía Xavi Foj, el vigente campeón de la categoría T2 (la de coches de serie). Después de un vuelco con su Toyota Land Cruiser en el km 80, tenía que afrontar el resto de la jornada sin parabrisas y con la perspectiva de tener que hacer más de 8.000 km con un coche maltrecho.
En la etapa 3 Nani Roma era el siguiente en tomar el mando de la carrera. Fue el que mejor supo afrontar las dificultades de una jornada que discurría entre San Rafael y San Juan, presidida por la impresionante presencia de los casi 7.000 metros del Aconcagua. Las lluvias torrenciales de los días previos habían obligado a la organización a acortar los 301 km de especial y dejarlos en 222 km. Peterhansel sufrió 6 pinchazos que le retrasaron más de 24 minutos respecto al catalán, que comenzaba a poner tierra de por medio respecto sus principales rivales.
No puso la suficiente, porque Carlos Sainz, fue rapidísimo en la especial más larga de los últimos años (657 km), en la que se vadearon ríos, atravesaron cañones y se pudo pisar a fondo en unas pistas con muchos kilómetros muy abiertos. Roma le fue a la zaga, aunque le cedió el liderato, mientras que Peterhansel seguía con su particular via crucis y volvía a pinchar a pocos kilómetros de tomar la salida desde San Juan, rumbo a Chilecito.
La quinta etapa, que unía Chilecito con Tucumán, abrió otro capítulo negro en la historia del Dakar, con el fallecimiento del piloto belga de motos Eric Palante y de los periodistas argentinos Agustín Mina y Daniel D’ Ambrosio.
El resultado al final de la jornada definió el comportamiento de los pilotos de cabeza a partir de entonces. Era la más larga del Dakar 2014, que sumaba 912 km en total, con 527 km de especial y, en palabras del ganador Nani Roma, “una de las más difíciles de mi vida al volante”, que se dice pronto. Fue todo un alarde de pilotaje del de Folgueroles, pero sobre todo de navegación de su copilloto Michel Périn, el que mejor supo leer un punto en el roadbook en el que había que girar al oeste y que, salvo ellos y De Villiers, el resto de los de arriba se pasaron de largo.
Con casi 40 minutos de retraso respecto a Roma, “monsieur Dakar” se veía obligado a iniciar una remontada épica si quería alzar su 12º ‘Touareg’. Los 424 km cronometrados de la sexta jornada le servían para recuperar 6 minutos al Mini All4 Racing amarillo, en el que Roma iniciaba una táctica conservadora, concentrado en llegar al ecuador del Dakar 2014, en Salta, evitando problemas y errores. Y si en lo alto de la clasificación el combate estaba servido, en la categoría T2 el Toyota de Xavi Foj comenzaba a dar problemas eléctricos desde el km 10.
En el 17 el coche dijo basta, lo que obligó al copiloto, Nacho Santamaría, a emplearse a fondo para encontrar la avería. A la tercera ocasión en la que desmontaba y montaba el sistema eléctrico, el conector que fallaba se rompió de verdad, lo que les permitió encontrar el fallo. Para cuando el Land Cruiser arrancaba de nuevo, habían pasado seis horas y les quedaba todavía toda la especial por delante. Ganar la categoría por tercer año consecutivo había dejado de ser un objetivo.
Tras la jornada de descanso, Carlos Sainz fue el primero en querer dejar claro que el Dakar 2014 no era solo cosa de dos pilotos y un coche. Su condición de doble campeón del mundo de WRC permite considerarlo como el más rápido del pelotón y, en una séptima etapa propicia para la ligereza de su buggy, logró su segunda victoria en esta edición del Dakar, por delante de un Peterhansel dispuesto a no dar la carrera por perdida.
El que tenía poco que decir a estas alturas era Nasser Al-Attiyah, al que una serie de errores de conducción y de navegación en las jornadas previas (especialmente la sanción de 1 hora por saltarse un waypoint en la etapa 6) le habían condenado a resignarse con conseguir una colección de victorias de etapa en la segunda parte del Dakar 2014. Lo logró en la etapa 8, con llegada en Calama, después de 823 km de etapa (especial de 302 km), con un Peterhansel que seguía empujando y un Nani Roma que seguía administrando su renta a pesar de comenzar a sufrir problemas como un neumático incendiado.
Y es que no le quedaba otra, porque al día siguiente, cuando la carrera se adentraba en Chile, Stéphane Peterhansel recortaba otros 11 minutos, que al final de la novena etapa, entre Calama e Iquique. Por culpa de un atasco en la cresta de una duna, se quedaba con apenas 12 minutos de margen sobre su compañero.
El día de la segunda victoria de Nasser Al-Attiyah en el Dakar 2014, en la fue también el del abandono de Carlos Sainz. El piloto madrileño sufrió una salida de carretera en un tramo de enlace que dejó inutilizable un ya maltrecho Red Bull Buggy SMG, que los mecánicos del equipo se habían pasado toda la noche reparando después de la dura jornada anterior.
La mañana del jueves 16 de enero la caravana del Dakar 2014 se despertaba con un rumor en torno al equipo X-Raid. Se decía que Sven Quandt había dado instrucciones para asegurar las clasificaciones a partir de la etapa 11, que se disputaba ese día, porque no quería que una disputa entre sus propios pilotos por la primera posición privara al equipo de copar el podio en Valparaíso. Peterhansel, viejo zorro, fue quien inició el rumor y lo refrendó al finalizar la especial, donde se lamentaba por ver esfumarse sus opciones de ganar el Dakar 2014, después de todo lo que había trabajado para alcanzar a Nani Roma, por una decisión que “sabía que podía ocurrir, pero no la esperaba”.
Roma, en cambio, negaba la mayor. «Sven nos dijo ayer que bajáramos el ritmo para asegurar las posiciones, pero ni Stéphane ni Nasser lo han hecho hasta que han tenido problemas», aseguraba el piloto barcelonés, que había tenido que ir “a toda máquina desde el principio, hasta colocarme delante (de Al-Attiyah y Peterhansel) y gestionar las diferencias”, explicaba tras haber superado la cronometrada, de 605 km protagonizados por el fesh-fesh de las dunas de Copiapó. El ritmo frenético de los primeros puntos de paso confirmaban la versión del de Folgueroles, que a pesar de sufrir un pinchazo pudo adelantar a sus compañeros porque Peterhansel sufrió dos, mientras que el catarí prácticamente arrancó una rueda por culpa de una piedra. Al final, el Mini All4 Racing amarillo lograba incrementar su ventaja en la general hasta los 5’32”.
Mientras los de cabeza se enfrascaban en sus disputas, el argentino Orlando Terranova lograba hacerse con la etapa, su segundo triunfo parcial en el Dakar tras el obtenido en el Dakar 2013, con el que mantenía sus opciones de lograr la cuarta plaza para otro Mini de X-Raid frente al Toyota Hilux de Giniel de Villiers.
La diferencia obtenida el día anterior se esfumó en la 12ª y penúltima etapa, que discurría entre El Salvador y La Serena. Entre que Nani Roma abría pista y que además sufría un pinchazo en el kilómetro 20, se vio alcanzado muy pronto por Peterhansel. Muy deportivamente, el francés dio la vuelta y preguntó a su compañero si quería ir delante, a lo que Roma contestó que no. Prefería marcar por detrás al Mini negro para evitar las consecuencias de un posible error de navegación. Como no adelantó a Peterhansel hasta que faltaban 500 metros para la llegada, Roma quedaba relegado a la segunda posición de la general, con 26” de desventaja respecto a su compañero cuando solo quedaban por disputar los 157 km cronometrados de la última etapa.
Stéphane Peterhansel había querido quemar todos sus cartuchos, por eso jugó la baza de la guerra psicológica: “Respetaré las órdenes de equipo, pero si Nani Roma tiene problemas yo no me pararé”. Esta declaración de intenciones ponía toda la presión sobre el piloto español, como si la posibilidad de ganar su primer Dakar en coches no fuera bastante.
Al final, sin embargo, la supuesta polémica quedó en nada, porque de camino a Valparaíso, a la altura del km 133 de la especial, el francés detuvo su Mini para esperar a sus compañeros, de forma que, tras más de 9.300 km recorridos, los tres llegaron en comitiva a la meta en el mismo orden que debían subirse en el podium de Valparaíso, con Nani Roma y Michel Périn campeones del Dakar 2014, Stéphane Peterhansel y Jean-Paul Cottret segundos y Nasser Al-Attiyah y Lucas Cruz terceros.